¿Cuántas veces la escuchaste? ¿Sabías que esta frase puede hacer más daño que bien?
En un post motivacional, en una conversación con amigas, incluso en sesiones de terapia. Suena bonito. Suena empoderante. Pero si miramos más de cerca, esta frase encierra una trampa emocional que es importante desarmar.
El problema no es quererse, sino lo que esta frase sugiere
Claro que quererse es importante. Sentirnos valiosos, dignos de respeto, tratarnos con cuidado… todo eso es fundamental. Pero lo peligroso de esta frase está en el mensaje implícito:
“Si no te quieren, es porque no te estás queriendo lo suficiente.”
Esto es injusto. Porque pone sobre los hombros de quien sufre el peso total del vínculo. Porque invisibiliza las experiencias de apego inseguro, los traumas relacionales y las dinámicas de violencia emocional. Y porque refuerza la idea de que el amor propio es una condición previa, cuando en realidad, muchas veces, es una consecuencia de haber sido vistos y valorados por otros.
El amor propio no nace en el vacío
Nadie se quiere en abstracto. Nos aprendemos a querer en vínculo. Desde la primera infancia, nuestro cerebro emocional se moldea en la interacción con quienes nos cuidan. Cuando nos sostienen, nos nombran con ternura, nos validan, nuestro valor se va consolidando.
Entonces, si alguien no se quiere, no es porque “falle”, sino porque probablemente no tuvo las condiciones internas o externas para desarrollar ese vínculo seguro consigo mismo.
El apego y el deseo de ser querido
Sabemos que buscar amor no es un signo de debilidad, sino de humanidad. No tenemos que «arreglarnos primero» para ser merecedores de afecto. De hecho, muchas veces es en el encuentro con otros seguros, presentes y disponibles, donde empieza el proceso de sanar.
¿Y si lo pensáramos distinto?
En lugar de decir:
“Primero te tienes que querer tú”
Podríamos decir:
“Mereces amor, incluso cuando te cuesta amarte.”
“A veces, empezar a quererte se siente más fácil cuando alguien te cuida sin exigencias.”
“No es una línea de llegada: el amor propio se construye, a veces con ayuda.”
Está bien quererse. Pero está aún mejor saber que tu valor no depende de cuánto lo logres hoy. Que no tienes que estar “sanado/a”, ni “completo/a”, ni “listo/a” para merecer amor.
Porque muchas veces, es en el amor del otro donde empezamos a vernos con más compasión.
Y eso, lejos de ser dependencia, es profundamente humano.